Fotografía Simone Henken
A la caza del tesoro en tiendas de segunda mano en Holanda. Pasan los artículos más bonitos, una chaqueta de Desigual, un bolso vintage de Fred de la Bretonniere y Piquadro, faldas muy dulces de King Louis. Está todo entero, limpio, de buena calidad, pero abandonado.
Mis «trapos» huérfanos. Los incluyo en mi colección y me los llevo a la España rural, donde tirar ropa buena aún no se ha convertido en un ritual cotidiano. Allí los trato con cariño. Remiendo un botón, cierro una costura, aliso las arrugas.
Volverán a abandonarme para abrazar a otro dueño. Como Linda disfrutando del cuero del bolso Piquadro y acariciándolo suavemente. O Vanessa balanceándose con su nueva falda de tul con volantes.
Los echaré de menos, mis tesoros encontrados, y por eso los fotografío para que sigan conmigo. Trato las fotos con el mismo cariño que los «trapos», añadiéndoles un botón, bordándolos y haciéndolos brillar de nuevo.
Fotografía Simone Henken
En Lubrin, la verdadera paz te abre la mente y te hace consciente de acontecimientos completamente «irrelevantes». Como dos zapatillas secándose, una sábana ondeando al viento, una sola nube creciendo y encogiéndose, una sombra profundizándose y disolviéndose a la luz del sol.
Ocurre menos, pero se ve mucho más.
Una mini sociedad en el campo español.
Como si vieras el mundo entero resumido en una gota de lluvia, como en una mini cúpula. Hay 1 panadero, 1 policía, un mercado una vez a la semana, 1 ferretería, 1 peluquería y 1 "tienda donde puedes comprar de todo" muy dulce y auténtica.
Toot toot, el hombre del gas el lunes.
Toot toot, Acuario el miércoles.
Toot toot, el hombre pez del viernes.
Todo sigue un patrón fijo y tranquilizador.
Aunque las comodidades del mundo digital han penetrado aquí, este pueblo ha conservado su carácter original.
Aquí podrá sumergirse en una paz genuina. No el 'descanso' que la sociedad de consumo te concede con unas vacaciones para escapar de la presión del trabajo y del exceso de estímulos, y que tiene como principal objetivo recargar energías para poder seguir trabajando.
En Lubrin hay verdadera paz, que abre la mente y te hace consciente de acontecimientos completamente "irrelevantes".
Como dos zapatillas tendidas a secar, una sábana ondeando al viento, una única nube que crece y se encoge, una sombra que se profundiza y se disuelve con la luz del sol.
Pasa menos pero ves mucho más.
Fotografía Simone Henken
Karen O'Hagan. Es agente inmobiliaria y su empresa se llama Casa y campo.
Está arraigada en España con el corazón y el alma y conoce todo y a todos en Lubrin.
Aunque es originaria de Inglaterra, ahora no volvería por nada. Ella está conectada con cada fibra a Lubrin, donde desempeña un papel clave en esta comunidad del pueblo.
Ella es una verdadera conectora que se preocupa por las personas y los animales, porque también está involucrada en el Cat Club o Lubrín Solidaridad con Los Gatos Callejeros. Es presidenta y fundadora.
Una dama gato con glamour.